Voy a hablaros, concretamente, de la pesca a mosca, ese gran arte de pesca milenario que se remonta, según han desvelado algunos escritos, al año 2000 a.C aproximadamente, aunque hoy en día se asume que esta modalidad tiene sus orígenes en el siglo II a.C en Macedonia.
Estos escritos describían el comportamiento de la trucha en el propio río, la manera que tenían de alimentarse, como subían a la superficie a comer esos insectos voladores que hoy, ya podemos catalogar como; efemerópteros, plecópteros, tricópteros, dípteros, etc.
A través de estas observaciones se empezó a practicar la pesca de esta gran especie con imitaciones montadas a mano de esos insectos que sobrevolaban los ríos, y con la utilización de un simple alambre curvo a modo de anzuelo, unas plumas, pelos e hilos conseguían las preciadas capturas gracias a esas observaciones.
La técnica se fue perfeccionando y extendiéndose, como todo, y todos aquellos que querían formar parte de ese colectivo de “pescadores a mosca” se construían sus propias cañas de no más de dos metros de longitud, con un hilo del mismo largo de la caña a modo de línea y una de esas “moscas” confeccionadas a mano.
En estos tiempos que corren, esta práctica se ha convertido en una, o la que más, de las modalidades más técnicas y bellas que podemos practicar en nuestros ríos.
Centrándonos en la práctica de esta modalidad en la actualidad, podemos decir que estamos suficientemente preparados, a nivel de materiales de montaje y conocimientos sobre el propio objetivo, la trucha, como para determinar el patrón de conducta de la misma en ese río en concreto y adaptarnos al método de pesca que queramos, es decir, saber elegir la mosca correcta y donde colocarla con cierta precisión en ese lugar, donde tengamos la certeza o la corazonada de que ese “sitio” es una postura habitual de nuestra amiga la trucha.
Por estos motivos y desde mi punto de vista hablamos sin duda alguna, de una modalidad de pesca para disfrutar, ya no sólo por el pez en si, sino por todo lo que rodea este gran mundillo; entomología acuática, el entorno en el que llevaremos a cabo nuestra acción de pesca y por supuesto, lo que más valoro, la tranquilidad del ambiente. Sólo tú y la tranquilidad que ofrece la naturaleza.
Para concluir sólo puedo decir que, todos los amantes de la pesca que todavía no hayan tenido la ocasión de poder disfrutar de una jornada de pesca a mosca, que no duden en hacerlo.
Sergio López
www.sergioamosca.com
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